“Señor, tú que nos
has permitido recorrer todos los senderos del mundo en busca del poder y la
gloria. Tú que eres capaz de desvelar el misterio que se esconde a cada nuevo
paso, dame para que mis pies pisen firme en la tierra, pero haz que mis ojos se
alcen al cielo en busca de esperanza.
Y que esta esperanza
vaya acompañada de la vara de la paciencia y el bastón de la sabiduría y la
prudencia, para que, como tú hiciste, sepa mantener mis hombros firmes, aunque
el peso de mis responsabilidades se haga insoportable.
Ayúdame a caminar.
Deja que tome con fe tu mano, pues no merezco tus hombros como EL, para que mis
vicisitudes sean más llevaderas y mis problemas menos opresivos”
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