Tomo un momento ahora para orar: Querido Dios, centro mi
atención en Tu serena presencia. Siento que el peso del estrés desaparece de
mis hombros cuando Te entrego cualquier problema que me atribule. Respiro
profundamente ahora; siento Tu fortaleza, Tu amor y Tu paz. Confío en que sólo
el bien se desenvuelve.
Cada aliento renueva mi mente y cuerpo. Cada respiración me lleva más profundamente a sentir que mi unidad contigo se expande. Tú eres la base misma de mi vida. Edifico mis sueños sobre la roca de Tu amor. El éxito y la satisfacción me aguardan. Gracias, Dios, por Tu ayuda siempre presente.
Cada aliento renueva mi mente y cuerpo. Cada respiración me lleva más profundamente a sentir que mi unidad contigo se expande. Tú eres la base misma de mi vida. Edifico mis sueños sobre la roca de Tu amor. El éxito y la satisfacción me aguardan. Gracias, Dios, por Tu ayuda siempre presente.
Regreso ahora a mis actividades diarias, plenamente en paz
en la presencia de Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. —Filipenses 4:7
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